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Aula de Trasobares

¿Son imortales los árboles?

Se conocen seres vivos de gran edad. Un grupo de arbustos del desierto de Mojave tiene 9.000 años, unas bacterias encontradas en el interior de un insecto atrapado en ámbar aún estaban vivas, después de 40 millones de años, y en 1999, bajo una antiquísima capa de sal dejada por el receso del mar, se encontraron gérmenes con la asombrosa edad de 250 millones de años.
Los árboles se cuentan entre las especies vivientes más longevas, pero aún así son tan mortales como los humanos, aunque sus vidas son en muchos casos más largas. Dependiendo de la especie, un árbol puede vivir desde unas pocas décadas hasta varios miles de años.

Entre los árboles de vida más corta, los alisos, sauces, álamos y abedules llegar a vivir entre cincuenta y setenta años, antes de morir de vejez. Los manzanos y cerezos son ejemplos de especies que pueden llegar a los cien años de edad. Varias especies de cedro, arce y nogal pueden alcanzar los ciento cincuenta años, y los sicomoros y abetos pueden vivir desde trescientos años o mucho más.
Otros árboles, menos frecuentes, pueden alcanzar edades asombrosas. El ejemplo más conocido es un pino de Great Basin, en las Montañas Blancas, California, Estados Unidos. Fue encontrado en 1953 por el científico Edmund Shulman, que estudiaba árboles de avanzada edad. Llamado apropiadamente "Matusalén", se le calcula más de 4.776 años de edad. Estos pinos de Great Basin (Pinus Longaeva) están entre los seres vivientes más viejos que se conocen. Para evitar que las personas hagan daño a éste árbol, su localización se mantiene en secreto.

Matusalén supera en más de mil años a cualquier otro árbol conocido, con una excepción. Cuando se descubrió este tipo de árboles se creó una organización dedicada a su estudio, y antes de disolverse por falta de fondos había dado nombres como Buda, Sócrates, Diógenes y otros semejantes a árboles antiquísimos. En 1964 un estudiante llamado Donalr Currey se interesó por éstos árboles, y puso su atención en uno que había sido bautizado como Prometeo. Quería averiguar su edad, y no se le ocurrió una mejor manera de lograrlo que talarlo. Descubrió que el árbol tenía 4.950 años de edad. Prometeo había soportado las inclemencias del tiempo desde mucho antes de que se construyeran las grandes pirámides de Egipto, antes de morir por el hacha de un estudiante.

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